- El FMI rebaja el crecimiento de España un punto hasta el 4,8% en 2022
- La economía de Rusia se hundirá más de un 8% y la de Ucrania un 35%
- “Los shocks de oferta se terminarán propagando por todas partes”
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha rebajado por segunda vez consecutiva las previsiones de crecimiento de España dentro de una revisión general a la baja del PIB global para este 2022. A principios de año, el FMI ya empeoró sus perspectivas por la expansión de la variante de covid ómicron. Ahora lo hace por el impacto de la guerra entre Ucrania y Rusia. Este conflicto está generando un shock de oferta que presiona al alza los precios y se expande como las ondas sísmicas, según explican desde el propio FMI. Las nuevas proyecciones se pueden resumir en unas pocas palabras: más inflación, menos crecimiento y mucha incertidumbre.
La economía de España crecerá un 4,8% en 2022, un punto menos respecto al World Economic Outlook (WEO) de enero y 1,6 puntos menos respecto al de octubre de 2021, cuando el organismo vaticinaba un sólido crecimiento del 6,4% del PIB para la economía nacional. Entonces, ni ómicron ni la guerra de Ucrania estaban dentro de las variables que daban forma a esa previsión.
Para el año 2023, el FMI prevé un avance del PIB del 3,3% en España, 0,5 puntos menos respecto al informe de enero, pero 0,7 puntos más respecto al de octubre de 2021. Aunque en líneas generales el FMI ha rebajado sobremanera el crecimiento del PIB español, también es cierto parte de la rebaja de 2022 se traduce en un mayor crecimiento esperado para 2023, siempre y cuando la situación global mejore.
Proyecciones del FMI para España
Crecimiento esperado del PIB anual.

Con todo, las previsiones del FMI son ligeramente más optimistas que las del Banco de España, que espera que la economía nacional rebote un 4,5% en 2022 (frente al 4,8% del FMI). No obstante, la gran diferencia se produce respecto a la inflación. El FMI apunta a crecimiento medio del IPC del 5,3% en 2022 y del 1,3% en 2023, mientras que el BdE prevé una inflación media del 7,5%. Respecto al desempleo, el FMI avanza una tasa de paro media del 13,4% para 2022, frente al 13,5% de las proyecciones del BdE.
Tijeretazo a la Eurozona
Dentro de las economías avanzadas, el mayor ‘tijeretazo’ en las perspectivas de crecimiento para 2022 respecto a las previsiones de enero se da en la eurozona al incluir los efectos de la guerra en Ucrania. El conjunto de economías de la región crecerá un 2,8% en 2022, 1,1 puntos porcentuales menos de lo estimado a principios de año. Hay un claro contraste con el 5,3% crecido en 2021.
Dentro de sus integrantes, el mayor recorte es para Alemania, que crecerá un 2,1%, 1,7 puntos menos de lo esperado cuando echó a andar 2022. Lo mismo ocurre con Italia, con una previsión del 2,3%, perdiendo 1,5 puntos respecto a la anterior. Tras destacar el crecimiento de España entre sus socios europeos para este año, el siguiente mayor avance se dará en Francia con un 2,9%.

“El principal canal a través del cual la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia afectan a la economía de la zona del euro es el aumento de los precios mundiales de la energía y la seguridad energética. Dado que son importadores netos de energía, el aumento de los precios mundiales representa un choque negativo en la relación de intercambio para la mayoría de los países europeos, lo que se traduce en una menor producción y una mayor inflación”, señalan los economistas del FMI.
FMI: “A través de unas cadenas de suministro globales estrechamente integradas, las interrupciones en la producción en un país pueden convertirse rápidamente en cascada a nivel mundial”
También reseñan que las interrupciones de la cadena de suministro han perjudicado a algunas industrias -incluido el sector del automóvil- y la guerra y las sanciones han dificultado aún más la producción de insumos clave. Igualmente, subrayan que los mayores recortes se dan en economías como Alemania e Italia, “con sectores manufactureros relativamente grandes y mayor dependencia de las importaciones de energía de Rusia”. No obstante, conceden, en toda la zona euro el golpe a la actividad se compensa parcialmente con el aumento de las ayudas fiscales.
Estas previsiones son claramente más oscuras que las publicadas por el BCE el pasado 10 de marzo. En ellas, el organismo presidido por Christine Lagarde estimaba un crecimiento del PIB de la región del 3,7% en su escenario base para 2022. Sí se ajustan más a los escenarios más complejos que introdujo el BCE como novedad por los efectos de la guerra en Ucrania. En el escenario adverso, el crecimiento para la eurozona era del 2,5%, y en el severo, del 2,3%.
Una cascada de interrupciones
Pierre Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI, ha destacado durante la publicación de las previsiones que “la guerra se suma a la serie de shocks de oferta que han afectado a la economía mundial en los últimos años. Al igual que las ondas sísmicas, sus efectos se propagarán por todas partes, a través de los mercados de materias primas, el comercio y los vínculos financieros. Rusia es un importante proveedor de petróleo, gas y metales y, junto con Ucrania, de trigo y maíz. La reducción de la oferta de estos productos básicos ha hecho que sus precios suban considerablemente”.
Desde el Banco Mundial hasta la agencia Fitch están advirtiendo del fuerte incremento de los precios de los alimentos que está ya en camino. No solo por la escasez de trigo o maíz, también por el disparatado precio de los fertilizantes y el transporte. La FAO ya alertó en su último informe mensual del auge casi sin precedentes en la historia moderna de la subida de precios de los alimentos.
La guerra ha sido la última vuelta de tuerca a la serie de shocks en la oferta que llevan afectando a la economía mundial desde el comienzo de la pandemia, contribuyendo a una mayor escasez que ya traspasa los sectores energético y agrícola. “A través de cadenas de suministro globales estrechamente integradas, las interrupciones en la producción en un país pueden convertirse rápidamente en cascada a nivel mundial. Las empresas de Rusia y Ucrania suministran insumos especializados, y la escasez de algunos de esos insumos ya está afectando a los fabricantes de automóviles europeos“, destaca el informe del FMI.
No obstante, el documento deja claro que ya antes de la guerra, la inflación había aumentado en muchas economías debido al crecimiento vertiginoso de los precios de las materias primas y los desequilibrios entre la oferta y la demanda inducidos por la pandemia. Los bancos centrales de algunos mercados emergentes y economías desarrolladas. Ahora toca esperar a que se produzca un reequilibrio entre la oferta y la demanda que se esperaba para este año, pero que tardará más en llegar.
“Aunque se espera que los cuellos de botella se moderen a medida que la producción en otros lugares responda a precios más altos y la nueva capacidad comience a funcionar, se espera que la escasez de suministro en algunos sectores dure ahora hasta 2023″, sentencia el informe.
Cicatrices y efectos de largo plazo
Aunque una parte del daño ya está hecho a través de unas materias primas mucho más caras y las nuevas interrupciones en la cadena de suministros, la incertidumbre excepcional a la que aludía también este lunes el Banco Mundial (que también rebajó las previsiones de crecimiento) está retrasando las decisiones de inversión de los agentes. Esta menor inversión de las empresas será visible en el PIB en los próximos meses, lo que a su vez podría tener repercusiones también en el empleo.
Olivier Gourinchas reconoce que “las perspectivas a medio plazo se revisan a la baja para todos los grupos, excepto los exportadores de materias primas que se benefician del aumento de los precios de la energía y los alimentos. El producto agregado de las economías avanzadas tardará más en recuperar su tendencia anterior a la pandemia. Y se espera que persista la divergencia que se abrió en 2021 entre las economías avanzadas y de mercados emergentes y en desarrollo, lo que sugiere que quedarán algunas cicatrices permanentes de la pandemia”.
El resto del mundo también sufre
Más allá de España y la zona euro, las previsiones también se han visto rebajadas en el resto de grandes potencias. El Reino Unido crecerá, según el FMI, un 3,7% en 2022, un punto porcentual menos de lo que estimaba en enero y lejos del 7,4% de 2021. Sin embargo, el ‘jarro de agua fría’ llegará en 2023. El crecimiento proyectado para ese año es del 1,2% frente al 2,3% estimado en enero. “Se prevé que el consumo sea más débil de lo esperado, ya que la inflación erosiona la renta real disponible, mientras que el endurecimiento de las condiciones financieras enfriará la inversión”, explican los economistas del organismo.
Al otro lado del charco, las previsiones respecto a EEUU no ‘sufren’ tanto, siendo de un 3,7% para 2022 y de un 2,3% para 2023, en ambos casos tres décimas menos que en enero. “Las previsiones para EEUU ya se rebajaron en enero, debido en gran medida a la no aprobación del paquete de medidas de política fiscal Build Back Better y a las continuas interrupciones de la cadena de suministro. La rebaja adicional de 0,3 puntos porcentuales de la previsión para 2022 en la ronda actual refleja una retirada más rápida del apoyo monetario que en la proyección anterior -al endurecerse la política para frenar la inflación- y el impacto del menor crecimiento de los socios comerciales debido a las perturbaciones derivadas de la guerra”, exponen los economistas del instituto.
Poniendo el foco en la otra gran potencial mundial, las proyecciones del FMI tampoco corrigen en exceso las previsiones para China pese al efecto de los estrictos cierres por covid que están paralizando la actividad en el país. Para 2022 se estima un crecimiento del 4,4% y para 2023 del 5,1%, cuatro y una décimas menos que en enero.
Desplome en Rusia y Ucrania
Los porcentajes más severos llegan, como es lógico, con Rusia y Ucrania. Según las proyecciones, la economía rusa se contraerá un 8,5% en 2022 y un 2,3% en 2023, 11,3 puntos porcentuales y un 4,4 puntos porcentuales menos de crecimiento que lo estimado en enero, cuando había esperanzas en que el conflicto no estallara. En el caso de Rusia, “las estrictas sanciones comerciales y financieras -incluida la pérdida de acceso de algunos bancos al sistema de pagos SWIFT y la interdicción de activos del banco central- y el embargo de petróleo y gas por parte de algunas grandes economías tendrán un grave impacto en la economía rusa”, señala el informe del FMI.
Los planes anunciados por los grandes consumidores de desprenderse de la energía rusa también afectarán a medio plazo, inciden. Asimismo, agregan, la retirada de las empresas extranjeras ha perjudicado a muchos sectores, como la aviación, las finanzas, el software y la agricultura. Como resultado, las perspectivas siguen siendo sombrías. “La desintermediación financiera y la pérdida de confianza de los inversores provocarán una importante caída de la inversión y el consumo privados, sólo parcialmente compensada por el gasto fiscal”, sentencian.
Respecto a Ucrania, los economistas aclaran que, “aunque es imposible obtener mediciones precisas de los daños sufridos, la guerra provocará una contracción muy severa”. “Para 2022, se espera que la economía ucraniana se contraiga un 35%. E incluso si la guerra terminara pronto, la pérdida de vidas, la destrucción del capital físico y la huida de los ciudadanos obstaculizarán gravemente la actividad económica durante muchos años”, concluyen.