Imagina estar toda una vida trabajando y que te echen de tu casa a los 85 años. Y que la decisión, además, la haya tomado tu propia familia. Es un suceso terrible que está viviendo Yves, quien corre el riesgo de quedarse en la calle junto a su esposa de 87 años, que para más inri está confinada en una cama de hospital desde hace 3 años. “No, no me iré. Quiero quedarme en mi casa”, relata entre lágrimas, desvelando una historia familiar que, aunque parezca impensable, es real.
El próximo 2 de junio, podría verse obligado a abandonar su casa en el Vernet (Perpiñán). Y todo por decisión de su hija adoptiva. Tal y como narra el medio L’Independant, durante 29 años la pareja acogió a niños en casa, trabajando ella como niñera en la “Direction Départementale des Affaires Sanitaires et Sociales”, un departamento responsable de la gestión de políticas sociales y sanitarias a nivel local. Él, por su parte, trabajaba como controlador en un cine, y ambos adoptaron a dos niños: Dominique, que llegó a su casa a los 16 años y aún hoy les apoya en su vida diaria, y una pequeña de 4 años, con quien están teniendo ahora el conflicto.
Pero, ¿cómo han llegado a esta situación? Hay que remontarse más de 20 años atrás. El matrimonio atravesaba dificultades económicas y su casa iba a ser embargada. Por ello, financiaron la adquisición íntegramente con el reembolso de un préstamo desde 1986 y, para protegerse de los acreedores, decidieron ponerla a nombre de su hija, que se convirtió en la única propietaria legal. Luego vendieron esta propiedad y, con el dinero recibido, compraron una casa en Perpiñán (estimada hoy en unos 140.000 euros) a la que se mudaron en 2002.























