Los líderes de la UE pidieron a la Comisión Europea que empiece a diseñar el plan de recuperación de la profunda crisis económica que causará el coronavirus Covid-19. El mandato llegó tras una teleconferencia de algo más de cuatro horas, en la que no hubo el drama de otras ocasiones, porque el objetivo tampoco era llegar a acuerdos o cerrar detalles.
Empieza a surgir un consenso sobre el armazón del plan para superar una recesión que se espera muy dolorosa. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, dijo que la caída del PIB se podría ir hasta el 15% en la eurozona en el escenario más severo, siendo un pinchazo del 9% la previsión central.
Sin embargo, las diferencias continúan siendo significativas sobre cada uno de los puntos principales del plan, como el tamaño, el tipo de instrumentos, es decir préstamos o transferencias directas (grants), lo que complica la rápida adopción que todos desean.
Deplegar esfuerzos
Tras la videollamada, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, dijo que la UE desplegará un esfuerzo inversor “sin precedentes” para recuperar el crecimiento económico.
La propuesta del fondo de rescate llegará como parte del borrador actualizado del presupuesto plurianual para el próximo periodo (2021-2027), al que estará vinculado, y que según fuentes comunitarias se presentará hacia finales de este mes.
Se sumará a los 540.000 millones de euros en liquidez para los países, empresas y trabajadores ya aprobados por el Eurogrupo, y que ayer validaron los líderes.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, señaló tras el encuentro que propondrá incrementar el techo de los recursos propios de la UE desde el 1,2% de la renta nacional bruta de la UE hasta el 2%, para financiar la recuperación. De esta manera, espera generar una inversión que superará el billón de euros, aunque no especificó la cantidad.
Sin esta respuesta contundente para amortiguar el daño económico, Von der Leyen avisó que la salida de la crisis será desigual, dado que algunos países tienen más margen para apoyar a sus empresas en dificultades. Si a ello se suma la pila de deuda que se podría amontonar en países como Italia y España, la integridad del mercado interior o la estabilidad de la zona euro estaría en peligro.
En un documento interno de la Comisión preparado en vísperas de la cumbre, y al que tuvo acceso elEconomista, la institución daba pistas de por dónde podría ir su borrador. Propone movilizar unos dos billones de euros, casi el doble del presupuesto plurianual habitual, con préstamos y transferencias, y acudiendo a los mercados para pedir la cifra record de 320.000 millones de euros.
Es decir, emisión de deuda europea, pero que no llega hasta el extremo de la mutualización más ambiciosa de los ‘coronabonos’. Una solución de compromiso que podría servir para salvar la enorme distancia que separa al grupo de nueve países que pedía la emisión de deuda conjunta, entre ellos España, Italia y Francia, y la media docena que siempre se ha opuesto a los eurobonos, con Alemania y Holanda a la cabeza.
España se desmarcó esta semana con la propuesta más ambiciosa para el fondo de recuperación, proponiendo sumar un billón y medio de euros con la emisión de deuda perpetua, en la que sólo se pagan los intereses. Además, se trataría de transferencias directas y no de créditos blandos que abultarían la deuda.
La idea de deuda perpetua resulta “difícil de digerir” en algunas capitales, según había avisado un alto cargo comunitario. Pero Italia, uno de los países que apoyó la fórmula española, se abrió a vencimientos muy largos, de más de 30 años. El frente mediterráneo insiste en que sea dinero contante y no créditos.