Arabia Saudí, líder de facto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), está detrás de buena parte de los recortes en la producción de petróleo aprobados en los últimos meses. El objetivo es el de siempre, mantener tensa la oferta para que el precio del petróleo se ancle en niveles relativamente altos. Sin embargo, a Riad le han salido varios enemigos inesperados que podrían tirar por la borda sus planes petróleo.
Arabia Saudí podía esperar que la industria del fracking de EEUU (que no pasa por un buen momento) resurgiera en cierta medida y aguara parcialmente sus recortes de producción. Lo que no se esperaban, probablemente, es que una avalancha de nueva producción de petróleo llegase de un conjunto de pequeños y medianos países (algunos son incluso miembros de la OPEP), rebajando el impacto de los recortes de Arabia Saudí.
Los futuros de petróleo cotizan por debajo de los 85 dólares el barril de Brent. De modo que tras el impacto inicial que tuvo el anuncio de los recortes voluntarios de Arabia Saudí y otros países de la OPEP, el petróleo no se ha movido, incluso ha retrocedido en algunas sesiones. Más allá del miedo a una recesión, está siendo la nueva producción de crudo de estos países lo que está ‘boicoteando’ los recortes de Arabia Saudí.
Recortes de Rusia y Arabia Saudí
Riad, junto a Rusia (miembro de la OPEP+), han llevado la mayor parte del peso de todos los recortes anunciados hasta la fecha. En el último movimiento anunciado en abril (un recorte adicional de un millón de barriles), Arabia Saudí asumió hasta 500.000 barriles por día del recorte. Todo este esfuerzo extra del reino podría ser en balde si estos países prosiguen con sus planes de producir más y más petróleo para aprovechar el hueco que está dejando en el lado de la oferta el país árabe.
Ha llegado el momento de desvelar el quid de la cuestión. ¿Quiénes son estos países y cuáles son sus planes? Irán, Guyana (el caso de Guyana es extraordinario), Noruega, Kazajistán, Brasil y Nigeria son las economías que están bombeando más petróleo desde el otoño, aumentando los suministros mundiales en oposición a los movimientos de Arabia Saudí y Rusia. Nigeria, en particular, ha visto rebotar la producción, con la ayuda de guardias armados que protegen las barcazas en los anchos ríos y vías fluviales del delta del Níger, rico en petróleo.
Nigeria ha sufrido durante años sabotajes y corrupción en su industria petrolera. No obstante, los nuevos planes del Gobierno prometen disparar la producción de crudo nigeriano hasta los 3 millones de barriles diarios, frente a los 1,3 millones que produce en la actualidad. Si Nigeria logra sus objetivos, la producción de crudo del país podría ser clave para el mundo a medio plazo.
“Hay 100.000 barriles más por día aquí, 200.000 por día allá”, explica Martijn Rats, jefe de estrategia de materias primas de Morgan Stanley en The Wall Street Journal. “Empiezas a pensar, ‘Dios, esta historia del déficit de oferta en la segunda mitad del año comienza a parecer un poco exagerada'”, comenta el experto, refiriéndose a la narrativa generalizada de que los suministros mundiales de petróleo se reducirán a partir de mediados de año.
Junto con una demanda más débil en EEUU y Europa, los flujos adicionales de petróleo están empezando a pesar sobre la cotización del crudo, que apenas se ha movido en los últimos días, pese al sorprendente recorte de algunos países de la OPEP. Es más, varios ETFs que invierten en petróleo han sufrido salidas masivas de dinero durante la semana pasada ante el miedo a que el precio del crudo comience a reducirse.
La incertidumbre es máxima, porque lo cierto es que hay fuerzas encontradas en este mercado. Los recortes han sido poderosos, pero también lo son los aumentos de producción en otros países y, sobre todo, el riesgo de que la demanda se hunda si llega una nueva crisis.
Más allá de Nigeria, hay otros países que también están sorprendiendo con sus movimientos en el mercado de crudo. Por ejemplo, Irán está produciendo 200.000 barriles más por día desde septiembre del año pasado. Buena parte de este petróleo fluye hacia países como China o la India, dejando una mayor parte de la oferta para Occidente (que en principio no puede comprar crudo iraní).
El caso de Noruega
Otro ejemplo es el de Noruega, que con la excusa de las sanciones a Rusia ha prometido producir tanto petróleo como pueda para ‘ayudar’ a sus socios europeos. Noruega ya está produciendo 190.000 barriles más por día que en septiembre del año pasado, pero sus planes van más allá.
El Gobierno anunció en enero a las empresas energéticas un número récord de bloques de exploración de petróleo y gas en el Ártico, en un intento de prolongar su producción de hidrocarburos y echar una mano a Europa, un continente de que depende sobremanera del petróleo y gas producido fuera de la región, lo que supone un punto de enorme debilidad como se ha demostrado tras el comienzo de la guerra de Ucrania. Mientras tanto, los ecologistas han criticado con dureza el riesgo que supone para el medio ambiente.
El país nórdico, mayor proveedor de gas de Europa y gran exportador de crudo, se propone ofrecer 78 bloques a empresas energéticas en el Mar de Barents, el mayor número desde que comenzó en 2003 la llamada ronda de licencias APA.
Otro país que está sorprendiendo por el aumento de la producción de crudo de Kazajistán, aliado estrecho de Moscú, pero que está aprovechando los elevados precios del petróleo para ‘hacer su agosto’. La producción de Kazajistán aumentó en más de 240.000 barriles por día desde septiembre a esta parte, recuperando parte de las interrupciones que incluían cierres temporales en una terminal de exportación en la costa del Mar Negro.
Irán y EEUU
No obstante, el gran riesgo para Arabia Saudí está en dos viejos conocidos. Por un lado, si las sempiternas negociaciones con Irán para alcanzar un nuevo acuerdo nuclear llegan a buen puerto, la oferta global de crudo podría aumentar en unos 500.000 barriles adicionales. Por otro, si la industria del fracking vuelve a resurgir, EEUU podría recuperar su pico de producción de petróleo, establecido en 13 millones de barriles diarios. Esto supondría un aumento de 800.000 barriles por día respecto a los niveles actuales.
En conjunto, todo este petróleo incrementaría la oferta global en más de un millón de barriles diarios, dejando los esfuerzos de Arabia Saudí en prácticamente nada. Riad perdería cuota de mercado, mientras que el destino de los precios del crudo seguiría siendo totalmente incierto a falta de saber qué ocurre con la economía mundial.